(AureliusAugustinus; Tagaste, hoy SuqAhras, actual Argelia, 354 -
Hipona, id., 430) Teólogo latino. Hijo de un pagano, Patricio, y de una
cristiana, Mónica, San Agustín inició su formación en su ciudad natal y estudió
retórica en Madauro.
Su primera lectura de las Escrituras le decepcionó y acentuó su
desconfianza hacia una fe impuesta y no fundada en la razón. Su preocupación
por el problema del mal, que lo acompañaría toda su vida, fue determinante en
su adhesión al maniqueísmo. Dedicado a la difusión de esa doctrina, profesó la
elocuencia en Cartago (374-383), Roma (383) y Milán (384).
La lectura de los neoplatónicos, probablemente de Plotino,
debilitó las convicciones maniqueístas de San Agustín y modificó su concepción
de la esencia divina y de la naturaleza del mal. A partir de la idea de que
«Dios es luz, sustancia espiritual de la que todo depende y que no depende de
nada», comprendió que las cosas, estando necesariamente subordinadas a Dios,
derivan todo su ser de Él, de manera que el mal sólo puede ser entendido como
pérdida de un bien, como ausencia o no-ser, en ningún caso como sustancia.
La convicción de haber recibido una señal divina lo decidió a
retirarse con su madre, su hijo y sus discípulos a la casa de su amigo
Verecundo, en Lombardía, donde San Agustín escribió sus primeras obras. En 387
se hizo bautizar por san Ambrosio y se consagró definitivamente al servicio de
Dios. En Roma vivió un éxtasis compartido con su madre, Mónica, que murió poco
después.
En 388 regresó definitivamente a África. En el 391 fue ordenado
sacerdote en Hipona por el anciano obispo Valerio, quien le encomendó la misión
de predicar entre los fieles la palabra de Dios, tarea que San Agustín cumplió
con fervor y le valió gran renombre; al propio tiempo, sostenía enconado
combate contra las herejías y los cismas que amenazaban a la ortodoxia
católica, reflejado en las controversias que mantuvo con maniqueos, pelagianos,
donatistas y paganos.
Tras la muerte de Valerio, hacia finales del 395, San Agustín fue
nombrado obispo de Hipona. Dedicó numerosos sermones a la instrucción de su
pueblo, escribió sus célebres Cartas
a amigos, adversarios, extranjeros, fieles y paganos, y ejerció a la vez de
pastor, administrador, orador y juez.
Al caer Roma en manos de los godos de Alarico (410), se acusó al
cristianismo de ser responsable de las desgracias del imperio, lo que suscitó
una encendida respuesta de San Agustín, recogida en La Ciudad de Dios, que contiene
una verdadera filosofía de la historia cristiana.
Durante los útimos años de su vida asistió a las invasiones
bárbaras del norte de África (iniciadas en el 429), a las que no escapó su
ciudad episcopal. Al tercer mes del asedio de Hipona, cayó enfermo y murió.
La filosofía de San Agustín
El tema central del pensamiento de San Agustín es la relación del
alma, perdida por el pecado y salvada por la gracia divina, con Dios, relación
en la que el mundo exterior no cumple otra función que la de mediador entre
ambas partes. De ahí su carácter esencialmente espiritualista, frente a la
tendencia cosmológica de la filosofía griega. La obra del santo se plantea como
un largo y ardiente diálogo entre la criatura y su Creador, esquema que
desarrollan explícitamente sus Confesiones (400).
Si bien el encuentro del hombre con Dios se produce en la charitas
(amor), Dios es concebido como verdad, en la línea del idealismo platónico.
Sólo situándose en el seno de esa verdad, es decir, al realizar el movimiento
de lo finito hacia lo infinito, puede el hombre acercarse a su propia esencia.
Pero su visión pesimista del hombre contribuyó a reforzar el papel
que, a sus ojos, desempeña la gracia divina, por encima del que tiene la
libertad humana, en la salvación del alma. Este problema es el que más
controversias ha suscitado, pues entronca con la cuestión de la predestinación,
y la postura de San Agustín contiene en este punto algunos equívocos.
Los grandes temas agustinianos –conocimiento y amor, memoria y
presencia, sabiduría– dominaron toda la teología cristiana hasta la escolástica
tomista.Lutero recuperó,
transformándola, su visión pesimista del hombre pecador, y los jansenistas, por
su parte, se inspiraron muy a menudo en elAugustinus, libro en cuyas
páginas se resumían las principales tesis del filósofo de Hipona.
San
Buenaventura
(Giovanni Fidanza; Bagnorea, actual Italia, 1221-Lyon, Francia,
1274) Teólogo franciscano Ingresó en la orden franciscana y se trasladó a París
para completar los estudios teológicos en La Sorbona. Poco después, daba
lecciones a los frailes menores. Adquirió pronto prestigio y respeto dentro de
la orden, que utilizó para defender a los clérigos mendicantes en su conflicto
con los seculares. En 1257 fue elegido general de los franciscanos y desde esta
posición intentó calmar las corrientes contrarias que iban surgiendo en la
orden. Con su texto Vida de san Francisco de Asís fijo la tradición del santo.
Escribió diversas obras teológicas en las que queda reflejado su misticismo,
entre las que destaca su obra maestra, Itinerariummentis in Deum (1259).
Nombrado cardenal por Gregorio X y canonizado en el año 1482 por Sixto IV, el
papa Sixto V le otorgó el título de doctor de la Iglesia.
Guillermo
de Occam
El papa Juan XXII le hizo comparecer en su corte de Aviñón en 1324
y condenó como heréticas muchas de sus doctrinas, incluida su defensa de la
pobreza como exponente del espiritualismo franciscano; fray Guillermo reaccionó
huyendo en compañía del general de la orden y poniéndose bajo la protección del
emperador Luis de Baviera en Pisa y luego en Múnich, lo que le costó la excomunión
(1328). Hasta poco antes de su muerte mantuvo la polémica con los papas
sucesivos (Benedicto XII y Clemente VI).
La filosofía nominalista parte de la crítica al racionalismo y a
los conceptos universales: todo conocimiento está basado en la lógica, operando
sobre la percepción sensorial de objetos individuales concretos; y no deben
multiplicarse inútilmente los entes creando conceptos abstractos que no
procedan de la experiencia (esta economía de objetos es la que luego se conoció
como la navaja de Occam).
Su teoría inductiva del conocimiento, cercana al empirismo, le
llevó a una visión contingente del mundo, en la que abrió amplios espacios para
la libertad. De ella resultaba el carácter meramente probable de las
afirmaciones científicas y la imposibilidad de una demostración rigurosa de la
ley moral e incluso de la existencia de Dios. De manera que su concepción
teológica se fundamentaba en la fe en un Dios omnipotente inasequible por la
razón (dando comienzo con ella la separación entre Teología y Filosofía).
Más inaceptables aún para el Papado fueron sus propuestas de
separación entre la Iglesia y los poderes temporales (ideas que ya habían
provocado años antes la excomunión del emperador); con ellas se inició la
evolución hacia un Estado laico separado de la Iglesia. Guillermo refutó la
supuesta infalibilidad de los papas y defendió que el poder de éstos debía
estar limitado por el derecho natural y por la libertad de los cristianos.
John
Duns Escoto
(Llamado Doctor Subtilis; Maxton, actual Reino Unido, h.
1266-Colonia, actual Alemania, 1308) Filósofo escocés. Estudió en París
(1293-1296) y más tarde se trasladó a Oxford. En 1302 regresó a París, aunque
fue desterrado al año siguiente por haber apoyado al partido pontificio contra
Felipe IV, tras lo cual enseñó en Colonia hasta el fin de sus días.
Sus textos más importantes son los Comentarios sobre las Sentencias,
realizadas a partir de lasSentencias del
teólogo italiano Pedro Lombardo, y algunos tratados, entre ellos Quaestionesquodlibetales y Sobre
el principio primero. El suyo es, junto al de Tomás de Aquino, el sistema
más influyente de la escolástica medieval, y dio origen al escotismo, que
compitió largo tiempo con el tomismo.
Distinguió, como santo Tomás, la teología de la filosofía, considerando
que ambas eran complementarias y nunca podían entrar en contradicción, aunque
se apartó de aquél al considerar que la teología era ante todo una ciencia
práctica, y no especulativa. Dio también mayor peso que santo Tomás a los
particulares en la teoría del conocimiento, y destacó en la libertad de la
voluntad tanto humana como divina.
Kathy Montañez.
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